A pesar de que esta teoría nos
suene muy reciente y novedosa, en realidad nace en la primera mitad del siglo XX de manos del alemán Ernst von Glasersfeled,
profesor de Psicología de la Universidad de Georgia. Este hombre que
murió hace apenas tres años ha sido un pilar muy importante para la educación
contemporánea, así como un iluminado de su época, ya que sus aportes son
considerados ideales educativos que aún en la actualidad no han conseguido transformar
y mejorar la genérica educación tradicional existente hasta el momento. Su idea
hace hincapié en otorgar al alumno herramientas que le posibiliten crear sus
propios conocimientos a través de su propia forma de ser, pensar e interpretar
la información y así resolver los problemas que se le presenten. De este modo,
el estudiante se convierte en un ser responsable y participa activamente en su
aprendizaje, ya que la educación se convierte en un proceso de enseñanza
dinámico, participativo e interactivo, es una enseñanza orientada a la acción.
En este sentido se tiene en cuenta que los alumnos poseen ya unos
conocimientos, y el docente a partir de éstos los orienta para que consigan
construir nuevos conocimientos significativos para ellos.
Esta forma de educación
constructivista fomenta un cambio educativo a todos los niveles, ya que se
opone totalmente a la educación tradicional que inunda nuestro sistema
educativo. Desde esta nueva perspectiva, se puede favorecer el aprendizaje del
estudiante, pero es cada uno de ellos el que cimienta su propia experiencia interna,
por tanto, el conocimiento no es medible, depende de la persona y de su propia
realidad. En contraposición, la educación tradicional lleva a cabo una
programación del aprendizaje, ya que estipula de antemano los contenidos,
objetivos, métodos, etc., pretende poseer una organización de todo en la que no
entren en juego las improvisaciones ni nada que se salga de la línea de lo ya
escrito en la guía didáctica. Así pues, a través de un enfoque constructivista
se consigue un clima motivacional de cooperación que favorece el aprendizaje,
ya que no existe esa opresión de la obligatoriedad continua, y donde cada
alumno/a, aunque construye su propio aprendizaje, lo hace compartiendo espacio
y conocimientos con el resto de compañeros y compañeras de su clase.
Un concepto que se relaciona
totalmente con lo anterior es el Aprendizaje por Descubrimiento, caracterizado
por que el individuo descubre los conceptos y sus relaciones y los reordena
para adaptarlos a su esquema cognitivo, en vez de recibir los contenidos de
forma pasiva. A lo que más importancia le da este tipo de aprendizaje es al
desarrollo de destrezas de investigación del sujeto, basándose esencialmente en
el método inductivo y la solución de problemas.
Estoy absolutamente de acuerdo con lo que aquí planteas. Sin lugar a dudas, el hecho de conectar con los intereses del colectivo con el que se está trabajando, es una buena forma de garantizar la sostenibilidad del aprendizaje.
ResponderEliminarComparto la idea de la relevancia que tiene ver el aprendizaje como un continuum si lo que se pretende es que éste sea duradero. En mi opinión, es requisito imprescindible conocer los intereses y motivaciones, preguntar al niño/a qué sabe y detectar los errores conceptuales, es la mejor manera de lograr que estos/as puedan interiorizar todo aquello que les queremos transmitir. Asimismo, la combinación del aprendizaje funcional y el aprendizaje globalizado se vislumbra ante mi como una fuente inagotable de posibilidades para educadores/as y educandos, ya que si enseñamos a los niños/as a sacar partido a lo que saben, si ven el sentido práctico de los que se les enseña, apreciarán más el conocimiento que van incorporando. Por ello que se ha de intentar que los discentes sepan qué hacer con lo que saben, que sepan aplicarlo, ya sea clasificando por colores, siendo capaces de contar dinero, comprar, entender e interpretar textos, comunicarse en otra lengua, etc. Enhorabuena por la publicación.